Muy curiosa, tal vez algo polémica, pero no por ello deja de tener su encanto.
Es la descripción que encontramos en una revista nacional publicada en el siglo XIX. La revista en cuestión es el “Semanario Pintoresco Español”, en un número fechado en 1847, el escritor Luis Alarcón y Fernández Trujillo, hace la siguiente descripción de los murcianos:
“…su primera más exclusiva y marcada circunstancia en ser perezoso; como su hijo esté a “mano”, no se proporcionará él la “corvilla” que necesita; aunque esté a dos pasos de distancia del “jarrero”, la ha de pedir a su mujer una jarra para beber agua (…) si sabe mil “sendas” y “veredas” y “trochas” para ir al molino, y a casa del compadre y a la del barbero, es por andar lo menos posible (…) cuando se trata de su bien sabe más que un dómine de latinidad (…) habla poco… el que sale hablador es fanfarrón y miente mucho; es astuto, perspicaz y algún tanto variable, ya aunque parezca una contradicción, en medio de su extremada pereza es ligero como el viento cuando quiere (…) Sabe por precisión… tocar en la guitarra lo menos un “fandango”, unas “malagueñas” y las “torras” de la huerta de Murcia; con mucha o poca voz… todos cantan también; los más con gracia (…) Por lo regular siempre está alegre y confía en la Providencia apuño cerrado. Por otra parte es honrado en su pensar; religioso, dócil, habla con decencia, es valiente y jamás traicionero (…) extremadamente sobrio, no es esplendido pero tampoco cicatero; vive y muere sin tener nada alconado…”