Las terrazas o “terraos”, eran parte imprescindible de los antiguos edificios que formaban los barrios de la ciudad. Era en ellas donde se tendía la ropa y, también, donde se cultivaban macetas que en ocasiones, cobijaban especias cocinadas en la gastronomía diaria.
Para recoger el agua de las lluvias se utilizaban canaletas y tuberías. Las pesadas tuberías de metal, unidas sus tramos por “empalmes”, que bajaban paralelas a la fachada y desembocaban en la calle.