Durante la Guerra Civil, entre otros sucesos de mayor gravedad, se cometieron actos vandálicos y destructivos contra el patrimonio, sobre todo el eclesial. Como muestra, colocamos este botón.
El 19 de abril de 1936, Ricote sufrió una invasión de milicianos procedentes de Cieza, Abarán y Blanca que intentaron quemar la iglesia. Al ser rechazados, dejaron graves destrozos en el pueblo.
Temiendo por el patrimonio cultural del municipio, se empezaron a recoger y esconder todas las imágenes y demás objetos de culto. Solo se logra con dos tallas de Salzillo y algún cáliz de plata.
Durante estos días fue destruido todo el patrimonio histórico-artístico de la parroquia, así como su archivo. Los retablos, imágenes y ornamentos ardieron en una gran hoguera a la puerta de la iglesia.
Como también sucedió en otras ciudades como Murcia, los revolucionaron cambiaron el nombre a las calles. De este modo la Calle Mayor pasó a llamarse Rusia, San Francisco = Lennin, San Sebastián = Tehelman, San Antonio = Stalin y San José = Durruti.
En medio de esta barbarie, hay cabida para el esperpento. Resulta que la imagen San Sebastián se salvó del “holocausto artístico”. Pero no por ser el patrón de Ricote, sino porque la iconografía lo muestra con el puño izquierdo cerrado y levantado. Además lleva cruzada a la altura del pecho, una banda roja.
Claro, los social-comunistas debieron pensar, cómo iban a procurarle daño alguno al camarada Sebastián.
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— Tudmur (@tudmur) 6 de marzo de 2018
@DescubreMurcia Lo mismo dicen que le sucedió al «Resucitado» de Roque López. Se conserva intacto en la ex-colegiata de San Patricio (Lorca)
— Dr. Pacheco Guevara (@RPachecoGuevara) 20 de marzo de 2017
Fuente: Murcia en el siglo XX. La cuestión religiosa durante la II República Española (1931-1939) en la Villa de Ricote. Dimas Ortega López.