Dicen que a los 20 años, Pedro Flores (Murcia 1897, París 1967), pintaba mejor que nadie.
Con una cámara fotográfica iba por los pueblos de la huerta murciana buscando los colores y el aire que luego plasmaba en sus lienzos. Mozas, zaragüelles, naranjas y limones… todo 100% Murcia.
Como no podía ser de otra manera, se afincó en el París de los artistas. Allí ya estaban otros como Juan Gris, Joan Miró o Picasso. Cuentan que Picasso admiraba a Flores. Tuvieron una estrecha relación y el malagueño le compró varios cuadros al murciano. Ventas que celebraban ambos, abriendo una buena botella de vino. Tal vez un Jumilla, Bullas o Yecla…
Pese a esta cercana relación, Flores nunca se dejó influenciar por el genio del Guernica, así lo atestigua su obra. Flores se siente más español que nadie. A él le gustaba pintar manolas, toreros y huertanas. Huertanas como las de su tierra natal, Murcia.
Fuente: De San Fulgencio a Paco Rabal. Antonio de los Reyes