A finales del XIX la industria textil murciana estaba de capa caída. Varios eran los motivos, pero principalmente fue incapaz de realizar innovaciones tecnológicas y fue quedándose poco a poco obsoleta.
Hay que recordar que el textil murciano estaba basado principalmente en los gusanos… los gusanos de seda, que tan buenos resultados habían dado en décadas anteriores. Atrás quedaban los buenos tiempos, en que todo curso de agua estaba plantado de moreras dispuestas a producir.
La hijuela de los gusanos de seda https://t.co/g8UILt3zEl pic.twitter.com/f3mCKLe1oF
— Adela Martínez-Cachá (@AdelaMCacha) 13 de febrero de 2016
El problema viene más o menos en 1848. Cuando una enfermedad denominada “pebrina” esquilmó gusanos, mariposas y huevos por igual. Se da la casualidad de que esta enfermedad fue estudiada por nada menos que Luis Pasteur, a partir de 1865. El científico francés diagnosticó que el bicho malo se desarrollaba en el huevo del gusano y era posible seleccionar los huevos buenos. Pero claro que esto no lo sabían los huertanicos de Murcia y no tuvieron posibilidad de enterarse, cosa que sentenció la industria textil.
También es cierto que el recién abierto Canal de Suez, contribuyó a la caída de la industria. Los productos traídos de Oriente, que llegaban al mercado europeo, propiciaron una caída de precios contra los que no se pudo competir.
El único producto que se salvó fue la “hijuela”. Se trata de un hilo fuerte usado en medicina para coser las heridas y también como hilo de pesca. La hijuela amortiguó un poco el golpe, ya que Murcia fue la región que tuvo el monopolio de su fabricación, hasta la aparición de las fibras sintéticas.
Fuente: Breve Historia de la Región de Murcia. Juan González Castaño.
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