En el siglo XIV la carne de res era difícil de conseguir para una gran parte de la población, debido a su precio.
Por lo cual, era muy consumida la procedente de animales criados en casa como el cerdo. Aunque también eran bastante aceptados los animales de monte, la llamada carne “salvajina”. No era extraño que en las tablas de los mercados murcianos se vendiera carne de jabalí, ciervo y venado. Incluso había cazadores de profesión que se dedicaban a cobrar estas piezas y ya de paso, perseguir al temible lobo que diezmaba los rebaños de ovejas y cabras.
Otros cazadores eran los “tramperos”, que se dedicaban a capturar aves. Desde perdices rojas, grullas, garzas, palomas torcaces hasta francolines. Y cazadores más especializados, como los que pillaban conejos con hurones amaestrados o los amantes de la cetrería con halcones. Una afición esta, reservada a la nobleza más pudiente.
No faltaban los tratados escritos sobre la caza en nuestra Región. Estaba el Libro de la caza de Don Juan Manuel, gran amante de la cinegética. Pero el dato curioso lo pone el libro llamado Montería, mandado escribir por Alfonso XI en el que se puede leer que en Sierra Espuña había hasta osos.
Fuente: Breve Historia de la Región de Murcia. Juan González Castaño.
Foto: Pico Espuña, donde se encuentra la base militar
[La expansión de los despoblados en el siglo XIV tuvo importantes consecuencias… grandes extensiones quedaron incultas, ampliándose la superficie forestal… «descanso biológico» permitió recuperar gran parte de la flora y fauna… son numerosos testimonios que narran el regreso del oso hasta las proximidades de las villas amuralladas. Fuente: Historia de la Región de Murcia. Miguel Rodríguez Llopis]