Los “Bailes de Inocentes” eran algo muy sonado en tiempos todavía cercanos. En algunos sitios aún se mantiene esta tradición huertana y, como su nombre indica, se celebran el 28 de diciembre día de los Santos Inocentes.
La cosa era tal que así: los cofrades se vestían con locos disfraces y reclamaban un donativo a todo aquel que salía de misa. Hasta aquí todo normal, pero el ambiente subía de tono cuando empezaban las pícaras pujas que se hacían para bailar con las muchachas. Los mozos que querían bailar con una chica determinada, apostaban sus caudales para hacerlo.
Más de una pareja de novios terminaba “de morros” y más de alguno salía de allí “a palos”. Y es que daba lo mismo que la moza estuviera comprometida, sino quería bailar tenía que pagar una buena multa para no hacerlo. Más de un novio celoso la pagó a regañadientes. El jolgorio y el chismorreo estaban garantizados, no era raro que terminaran bailando la más guapa del pueblo con el más feo.
Uno de los más concurridos de estos bailes, se celebraba a las puertas de la iglesia de Espinardo. Donde los atrevidos muchachos se desprendían de sus buenos duros de plata.
En Molina de Segura existía una variante conocida como “la Carracachá” o baile de Navidad. Donde se recitaban pregones satíricos sobre los vecinos del pueblo.
En Balsicas ha resurgido en los últimos tiempos este “baile subastao” bajo el nombre de baile del rebuzno. Un vecino se disfraza de burro y se le paga para que le rebuzne a otro fulano concreto, y éste tiene que subir la puja para evitar el rebuzno. Después se sigue con el tradicional baile.
Con lo que se sacaba, que no era poco, la Cofradía pagaba los entierros de las personas no pudientes, ayudaba a las familias necesitadas o se destinaban a misas por las ánimas benditas.
Fuente: Por las sendas de la huerta. María Adela Díaz Párraga.