Cuando estudiábamos en el colegio, nos enseñaban que cuando un río “perdía fuerza”, comenzaba a divagar creando esas “curvas” conocidas como meandros.
Precisamente ese fenómeno, le ocurría al Segura al entrar en la vega que lleva su nombre. Cuando se producía una avenida o riada, la fuerza del agua destruía las motas de los meandros. Las motas de los tramos rectos, suelen quedar en seco y son las más seguras para la población, sus pertenencias y sus ganados.
En este aspecto hay que mentar la conocida riada de San Lucas, que propició el traslado del pueblo de Alcantarilla, tras ser destruido por la violencia de las aguas.
La Vega del Segura se inundaba y se depositaba en ella los ricos limos arcillosos que transportaba el río y que, tras miles de años, crearon nuestra fabulosa huerta.
Con la retirada de las aguas, los primitivos pobladores aprovechaban para sembrar sus cultivos. Es ésta una forma muy primitiva de agricultura que necesitaba del desbordamiento del río, cosa que ocurría unas dos veces por año.
Esta retirada de aguas dejaban las conocidas como: “arenas brujas” o “tierras brujas”. De aquí viene el topónimo que da nombre a la pedanía de Llano de Brujas. La tradición, la leyenda y el juego con la polisemia; ha adjudicado a ciertas poblaciones de la vega la presencia de mujeres hechiceras. Famosas son las fiestas de la Bruja, que se celebran en Alcantarilla.
Domar al río Segura, ha sido la prioridad a la que se han enfrentado los pobladores de esta vega, desde el principio de los tiempos. Hasta que no se consiguiese, no se podrían asentar ni crear ciudades con seguridad en el centro de la vega.
Para dominar al río, se necesitaban grandes obras de ingeniería hidráulica, una gran energía social, política y sobretodo económica. Esto no pasaría hasta que los islámicos fundaron la ciudad de Murcia.
Fuente: Murcia, ayer y hoy. La Vega del Segura, lugar de asentamiento de los primeros pobladores. Pedro A. Lillo Carpio.