En la ermita de Santa Cruz (pasado Llano de Brujas), había un conjunto escultórico realizado en barro cocido que lo formaban un Crucificado, la Virgen y San Juan.
Estas piezas estaban atribuidas al maestro Francisco Salzillo.
Durante la Guerra Civil, la esculturas fueron quemadas y sus cenizas tiradas al río. Un vecino del pueblo, Serafín Navarro García, estaba un día bañándose en el río Segura.
Su sorpresa llegó cuando se tropezó con la cabeza del Cristo; estaba muy deteriorada pero era perfectamente reconocible.
Han pasado los años y recientemente, el escultor Francisco José Bermejo Martínez junto con María Fuensanta Cortes López, realizaron un estudio de la cabeza y han descubierto en un lateral unas huellas, que pueden pertenecer al maestro Salzillo.