Se calcula que Murcia ha padecido 34 grandes riadas a lo largo de la Historia. Para recordarlas se tomó por costumbre “bautizarlas” con el nombre del santo del día.
De ahí, las famosas riadas de Santa Teresa, San Severo, San Leovigildo, San Patricio, San Calixto (en 1615 y 1651), la riada de los Reyes Magos o la de San García en septiembre de 1701 que destruyó el antiguo puente del Alcázar y propició la construcción del Puente Viejo. La primera vez que se puso en práctica esta tradición, fue el 18 de octubre de 1545, con la conocida como riada de San Lucas.
La de San Lucas fue especialmente destructiva. En el barrio de San Miguel derribó 400 casas y varios conventos. La huerta de Murcia quedó totalmente aniquilada y hasta el Emperador Carlos V, se apiadó de los pobres murcianicos y ese año les rebajó los impuestos. Pero no solo Murcia se vio afectada, otras localidades cercanas como: La Ñora y Javalí sufrieron numerosos destrozos.
Aunque sin duda la peor parte se la llevó el municipio de Alcantarilla, que quedó tan destruida que sus vecinos tuvieron que trasladar el pueblo a un emplazamiento más alto a salvo de las crecidas del rio. Según las crónicas, exactamente “a dos tiros de mosquete”, que viene a ser el actual barrio de San Pedro. Desde este lugar, se empezó a levantar la Alcantarilla que conocemos hoy día.
fuente: Murcia y el agua: Historia de una pasión.
Otras riadas famosas del río Segura son: la avenida de San Nicomedes en 1731 y la riada de Ntra. Sra. de los Reyes el 6 septiembre 1733. Éstas dos, también «bautizadas» con el santoral.
También la localidad de Alguazas, cambió su emplazamiento a un lugar más alto y seguro, tras esta riada.
Siguiendo con la tradición huertana de nombrar a las riadas, que asolan las cuencas del Segura y el Guadalentín, con el santo del día; ya se ha bautizado la que devastó el pasado 28 de septiembre los campos de Lorca y Puerto Lumbreras. Riada de San Wenceslao, es su nombre.