Vamos a poner un poco de interés, por lo menos los murcianos, en llamar a los parajes de nuestra Región por su nombre. Sino, los nombres que han identificado durante siglos: playas, montes, valles y localidades, se perderán para siempre. Suerte que los cronistas de la Región y los legajos históricos, nos devuelven la esencia de la toponimia murciana.
En San Pedro del Pinatar no existe ninguna playa que se llame La Llana. La Llana, es el nombre que recibe el canal que une el Mediterráneo con el Mar Menor, entre los Escolletes de Fuera y los islotes de las Encañizadas. Y precisamente, La Llana, no está en San Pedro, sino en el término municipal de San Javier.
Repasemos un poco, la costa mediterránea de San Pedro del Pinatar. Al norte limita con la Torre de la Horadada (Alicante) por El Mojón, llamado así puesto que allí se encontraba un “mojón” que separaba los reinos de Castilla y Aragón.
Hacia el sur se encuentra la playa de la Torre Derribada o Torre del Pinatar, mandada construir por Felipe II en 1592 y que se mantuvo en pie hasta el siglo XVIII. Está documentado que esta torre defensiva, estaba artillada en 1763 con un pedrero de bronce y una culebrina. Después se llega al Puerto de San Pedro y a la playa de las Salinas, llamada así por sus explotaciones de sal, que datan de época cartaginesa (siglo III a.C).
Siguiendo hacia el sur, nos encontramos con la playa de Punta de la Playuela y después la playa de la Barraca Quemada, llamada así en la cartografía oficial del Instituto Hidrográfico de la Marina. Esta playa termina frente a los arrecifes de Los Punchosos.
Según una carta geográfica de la Dirección Hidrográfica datada en 1882, la costa pinatarense del mediterráneo termina en Punta de Algas, también conocida como La Boca del Infierno. Un lugar de arenas movedizas, algas y depósitos naturales que no deja muy claro donde empieza el mar y termina la tierra.
Y cuando llegamos a este paraje, tenemos delante La Llana. Que como ya sabemos, ni es ninguna playa, ni está en San Pedro del Pinatar.
Fuente: Murcia, palmo a palmo. Crónica de las ciudades y pueblos de la Región. Rafael Mellado Pérez.