Un enemigo involuntario del patrimonio, siempre han sido las palomas, sus nidos y sus corrosivos excrementos. Es normal que para proteger las fachadas y ornamentos de los edificios históricos se utilicen mayas, redes y esas antiestéticas y amenazantes púas.
En la Catedral de Murcia, las hornacinas y los santos que las habitan, están protegidos por estas defensas. Solo hay en todo el mundo una paloma a la que se le ha dado indulgencia para que habite en esta fachada murciana. Pero no desde ahora, sino desde hace siglos. Cuando el maestro Bort ideó los planos de la barroca portada catedralicia, esta paloma ya rondaba por allí.
Lo mejor de todo es que el pájaro en sí, siempre está a la vista de cualquier murciano, turista o curioso, que detenga la mirada sobre esta obra de arte. Curiosamente, se encuentra en el mismo lugar, todos los días a todas horas: sobre la cabeza de Santo Tomás de Aquino.
No cabe duda, que el ave siente una especial devoción por este santo Doctor de la Iglesia ya que no lo abandona jamás. Seguro que a estas alturas, ya sabréis porqué…