Cuenta la leyenda que San Ginés de la Jara, era hijo de los reyes de Francia: Roldán Magno y Oliva, hermano del legendario Roldán y sobrino por lo tanto de Carlomagno.
Siendo ya monje, se propuso peregrinar hasta Compostela por el camino que arranca en Cartagena. Tomó un barco para dirigirse a la antigua Cartago Nova, pero se vio sorprendido por una tormenta que amenazaba seriamente con hundir la embarcación. A fin de calmar la tempestad se lanzó al mar y no se hundió milagrosamente, valiéndose de su hábito como nave para llegar a las costas de Cabo de Palos.
Con su sayal de eremita, capucha calada y cayado de ermitaño; comenzó su camino, pero una sorpresa le esperaba nada más iniciar su peregrinaje: unos ángeles le construyeron una ermita en el Monte Miral. Lo que le convenció para instalarse en estas tierras del Mar Menor.
Favoreció con sus milagros tanto a moros como a cristianos, lo que le valió el reconocimiento de los musulmanes. Motivo este por el cual el Monasterio de San Ginés de la Jara mantuvo su culto durante el periodo islámico.
[*En 1250 era restaurado el Obispado de Cartagena, por Alfonso X el Sabio. Colocó éste a fray Pedro Gallego, su confesor y hombre de gran cultura, como Obispo de la Diócesis. Es por estos años, cuando el Rey Sabio establece a los monjes Agustinos de Conflent en San Ginés de la Jara. Un monasterio de larga tradición, anterior a la conquista musulmana. Lugar sagrado antes y después en el que se mantenía la devoción de unos y otros, aunque no al mismo santo.]
Después de su muerte vino el propio Roldán, su hermano, en busca de sus restos. Pero en su sepulcro el santo portaba en la mano un papel escrito. En él se negaba al traslado de sus restos a cualquier otro lugar.
Fuentes:
Murcia desde lejos. Nuevo viaje por los viajes de Murcia. José Mariano González Vidal
[*]Murcia, ayer y hoy. Alfonso X y el Reino de Murcia. Juan Torres Fontes.