Un poco borrosa la foto, pero se aprecia bien la figura de un cangrejo ibérico “pillado” en una acequia de riego en Puebla de Soto.
Buena noticia encontrar este animal, por dos motivos: primero confirma la calidad del agua, cosa que alegrará a los regantes de la Puebla; y segundo porque no es muy común ver estos cangrejos autóctonos, desplazados y diezmados por una especie invasora: el cangrejo americano.
El cangrejo americano apareció en el río Quipar a principios de la década de los 90. Tiene un importante impacto negativo sobre las comunidades de los ecosistemas acuáticos que ocupa. Al ser omnívoro, ocupa todos los eslabones de la cadena trófica, reduciendo de forma drástica la biodiversidad de los ambientes que coloniza. Ha acabado con gran parte de las poblaciones de cangrejo de río autóctono de España, al trasmitirle la peste afanomicosis producida por un hongo, para la que la especie americana es inmune.
He aquí el gran problema: la introducción de especies extrañas en un ecosistema distinto al suyo, es una de las principales causas de pérdida de los hábitats en todo el mundo.
El cangrejo americano, se introdujo hace muchas décadas en los ríos de nuestro país. Al principio de manera controlada, ya que se encontraban en factorías de acuicultura que lo criaban para su comercialización. Pero los problemas para el medio ambiente comenzaron, cuando algunos ejemplares escaparon e iniciaron su reproducción.
Este animal es totalmente destructivo, pero es lo cierto que su presencia ha beneficiado a cierto tipo de aves acuáticas, que lo cazan y consumen. En el río Segura la presencia del americano, seguro que ha tenido que ver con la reaparición, después de extinta, de la nutria. Que como sabemos, ha colonizado Murcia y ya se encuentra en el Segura oriolano.
Se da la paradoja que cuanto mayor es el consumo de cangrejo por parte de una especie, mayor ha sido el aumento de su población a lo largo de los años. Y si eliminamos al americano de forma drástica, podría suponer un colapso para las especies que se alimentan de él.
Fuente: Guía de la Naturaleza de Cehegín. Pedro Abellán y David Sánchez