Richard Ford aceptó gustoso viajar por España. De esta aventura surgió su obra: Manual para viajeros por España y lectores en casa, publicada en 1844.
Este libro trataba de confrontar los “tópicos” que sobre España, había puesto en circulación el Romanticismo. Tópicos, que hasta en nuestros días, se mantienen en muchos países extranjeros.
Veamos lo que dejó escrito Ford, sobre la ciudad de Murcia:
“Las calles de Murcia son, en general, estrechas y muchas de las casas están pintadas de rosa y amarillo. La de los hidalgos están adornadas con escudos de armas. Obsérvese por ejemplo, la casa pinares, en la calle de la Platería […] Visite el Alcázar, fortificado en 1405 por Enrique III, y súbase a la torre de la Catedral […] La cadena de piedra es un homenaje a la familia Vélez por ser su escudo de armeas; el campanario […] se levanta en compartimentos como un telescopio desplegado. A sus pies yace la ciudad circular, con tejados planos y azulados y palomares… la colina aislada y puntiaguda que se ve al este es el Monte Agudo, del que hay un título nobiliario…
El amplio Palacio Episcopal… ha sido mal pintado de rosa y verde y es rococó. La Catedral… la fachada es de Jaime Bort, es churrigueresca […] la escultura no es buena, pero el efecto a la media luz es impresionante… el retablo está lleno de piedras antiguas y las piedras cerca del altar mayor están realzadas con oro, como en Toledo…”
Fuente: Antropología de la Región de Murcia. Luis Álvarez Munárriz