Jaime Alfonso «el Barbudo», bandolero y terrorista

Jaime Alfonso «El Barbudo», fue un personaje legendario y uno de los bandoleros más conocidos y famosos de la España del siglo XIX.

Nació en 1783 en la localidad alicantina de Crevillente y en sus primeros años se gana la vida como pastor y guardián de viñas. Cuando contaba con 23 años mató, en defensa propia, a un vecino de su pueblo. Esto le hizo huir de la justicia escondiéndose, con su familia, en las sierras cercanas de Orihuela y Santomera.

Y aquí comenzó su vida de bandolero. Se unió a una banda capitaneada por los hermanos Mojica, pero muy pronto crea su propia partida y comienza a forjarse su leyenda.

Asaltos, robos y asesinatos, cometidos en tierras de Jumilla, Alicante y sobretodo Abanilla; donde tenía uno de sus refugios en la Sierra de la Pila. También se dejó caer por el municipio de Fortuna, concretamente en la «posada de la Tía Rosario», donde durmió alguna noche*.

Jaime Alfonso «El Barbudo», héroe contra los franceses

Con la invasión napoleónica Jaime Alfonso, se dedicó a luchar contra los franceses en tierras murcianas: intercepta correos y convoyes, colaboró con la guerrilla y logró capturar un destacamento francés que iba camino de Orihuela. Por estos méritos, las causas que tenía pendientes con la justicia le son sobreseidas, pero vuelve a las andadas y se convierte en el azote de terratenientes, comerciantes y carreteros. Incluso llegó a imponer un peaje a quien osase atravesar su territorio.

Después de la guerra Jaime Alfonso, se posicionó en el bando absolutista que esperaba el regreso de Fernando VII, entre otras cosas porque el gobierno Liberal había puesto precio a su cabeza. Exactamente 3000 duros de la época, vivo o muerto. Perdida la causa absolutista, “el Barbudo”, se vio acorralado por las partidas que vigilaban caminos y transportes.

Fue entonces cuando Jaime Alfonso, se enroló en un grupo terrorista-absolutista llamado “El Ángel Exterminador”, que se dedicaba a atentar contra los liberales. Ya os podéis imaginar las ganas que tenía el gobierno de echarle el guante al bandolero. Con una artimaña los liberales lo cogieron en Murcia en 1824. Le prometieron que lo indultarían si colaboraba con ellos y claro está que no fue así.

Se levantó un patíbulo en la Plaza de Santo Domingo, Jaime Alfonso «El Barbudo» fue ahorcado el 5 de julio. Su cuerpo fue despedazado en 5 trozos, los frieron y se expusieron en Jumilla, Abanilla, Fortuna y otros lugares de la Región.

Fuente: Tierras Altas de Abanilla, Fortuna y Molina de Segura. Manuel Moyano y Juan Antonio Moya

*Murcia en el siglo XX. Notas en torno a Fortuna. Fulgencio Saura Mira.