Murcia ha tenido un importante pasado barroco, solo hay que mirar el imafronte de la Catedral. Sabemos de la cantidad de palacios y casonas que formaban las calles de la Murcia de los siglos XVII y XVIII.
Muchos (la mayoría) de estos inmuebles desaparecieron con el transcurrir de los años; en sus solares se levantaron modernos edificios de viviendas que, evidentemente, no tenían nada que ver arquitectónicamente con sus predecesores.
Los únicos testigos que sobreviven de estas casonas barrocas, son sus escudos. Esos repujados elementos que informaban al viandante, que familia moraba entre sus muros y cuanto poder albergaban.
Cuando un palacete se derribaba, bien por ruina o por “progreso”, los escudos se desmontaban, guardaban y restauraban.Luego llegó el día, en que se decidió, que estos emblemas volvieran a lucir con esplendor(en la medida de lo posible)en sus lugares de origen.Como los palacetes ya no existían, se decidió colocarlos en las fachadas de los modernos edificios.
Y allí siguen muchos de ellos. Dando a conocer al peatón, que hubo un tiempo en que Murcia fue una ciudad barroca con un montón de palacios habitados por las familias más insignes. Cuyos apellidos: Álvarez de Belmonte, Marín, López de Oliver, Fernández Briceño, Palao, Guardiola, Fuster, Cascales, Lisón, Vicente de Urrea…. Aún podemos encontrarlos hoy día.
Así que resulta un paseo de lo más agradable, callejear por los barrios más históricos de la ciudad, e ir descubriendo escudos nobiliarios de los antiguos propietarios de esos espacios, que la “modernidad” ha convertido en pisos de 60 metros cuadrados a pagar en 30, 40, o… años.
Aparte de los escudos que se mantienen en los edificios, si os interesa la heráldica, debéis saber que en el patio del Museo Arqueológico de Murcia, se exponen 18 magníficos emblemas restaurados.
En el Arqueológico no se encuentran nada mal la verdad. Pero esperemos que algún día puedan volver al lugar que les corresponde…