Si pensamos en el término «esclavitud», la mente nos transportará a épocas clásicas en las que la diferencia de clase social marcaba la frontera entre un «hombre libre» y uno que no lo era.
Pero no tenemos que viajar tanto en el tiempo ni en el espacio para descubrir que en la Región de Murcia testimonios de esclavitud relativamente recientes.
Es cierto que en la cuenca minera de Cartagena, en tiempo de los romanos, trabajaron miles de esclavos y prisioneros de guerra.
Famosas son las crónicas medievales que narran el secuestro de personas en las costas murcianas y su posterior venta como esclavos en ciudades norteafricanas. Lo propio pero a la inversa hacían los bajeles con bandera española: raptos en la costa africana y venta de esclavos en ciudades de nuestro país. Así encontramos según las crónicas, hacia finales del siglo XIV, un famoso esclavista en la ciudad de Murcia llamado Alonso Cordero o al conocido Juan de Guevara, señor del palacio con el mismo nombre en Lorca.
Las partidas de bautismo y matrimonio antiguas conservan, en ocasiones, informaciones muy útilies para reconstruir épocas pretéritas. Así sabemos que en la iglesia de San Lorenzo fue bautizado el 13 octubre 1724 un esclavo mahometano de 18 años propiedad de Don Eustaqui Rocamora siendo su padrino José Antonio Prieto Carrasco y Occa, Regidor de la ciudad de Murcia.
El Arsenal de Cartagena inició su construcción en 1745. Aparte de la mano de obra cualificada, también se trajeron a la ciudad presidiarios y esclavos musulmanes que desarrollaban los trabajos más penosos.
Mala vida la de los esclavos. Alguna licencia se les permitía en nuestra tierra como la de jugar a los bolos huertanos pero si se producía algún altercado, practicando esta actividad, eran condenados a recibir cien azotes atados a un naranjo.
Fuente: Murcia paso a paso. Sus calles y sus nombres. Enrique Culebras Díaz
Foto: La Manga del Mar Menor, tantas veces asediada por los piratas en busca de prisioneros y esclavos.