Murcia, crimen y castigo es un interesante paseo por la crónica más negra de nuestra Región. DescubriendoMurcia ha entrevistado a José Jesús García Hourcade, uno de los autores que firman el libro y que forma parte del Taller de Historia del Archivo General.
Esperamos que con esta entrevista, García Hourcade, nos ayude a esclarecer alguno de los acontecimientos más siniestros ocurridos en nuestra Murcia…
+ La desaparecida Cruz de Caravaca, ¿está en el Vaticano?..
Esa es una de las teorías que maneja algún investigador, basándose sobre todo en la extrañeza ante gestiones hechas en favor de Caravaca desde la nunciatura, que parecían abrir el camino a la devolución de la reliquia. No es posible afirmarlo, pero la mentalidad que está creando en nosotros las películas tipo “La Clave Da Vinci” le dan un cierto atractivo…
+ ¿Se cumple en nuestra sociedad actual la máxima de “odiar el delito y compadecer al delincuente”?
Depende del delito y del delincuente. Más bien se cumple la máxima de que hay quien nace con estrella y quien nace “estrellao”.
+ Uno de los episodios más negros de la historia nacional, y del cual más se ha escrito, ha sido la Inquisición. Este tribunal ¿hizo algo bueno, sirvió para algo?…
No me parece posible juzgar la labor del tribunal de la Inquisición desde nuestros presupuestos mentales. Además, hacia la Inquisición hay muchos prejuicios, y muchas falsedades. En Europa hay que hablar, más bien, de inquisiciones, porque todas las confesiones desarrollaron mecanismos de control de la ortodoxia, y quizá la menos arbitraria era la española. Le pueden preguntar a Miguel Servet, por ejemplo; o a los cientos de brujas que fueron quemadas prácticamente sin acusación formal ni defensa.
+ En el libro Murcia, crimen y castigo; aparece un apartado dedicado a El Molinete de Cartagena y su existencia barriobajera. ¿No es un crimen en sí mismo, el estado de abandono que ha sufrido esta acrópolis durante décadas?
Bueno, es un crimen contra el patrimonio que, en los tiempos que corren, se puede disculpar siempre y cuando sea para atender a situaciones de una mayor urgencia social y humanitaria.
+ Murcia cuenta con el dudoso honor de haber ejecutado la última pena de muerte en España. Según el libro Murcia, crimen… este acontecimiento congregó a más de 20.000 personas. ¿Está el hombre condenado a delinquir, por el morbo que produce; y al mismo tiempo a impartir justicia, por el morbo que produce?…
Bueno, Murcia fue la plaza de la última ejecución pública. Las últimas ejecuciones fueron en 1975. En cuanto a lo segundo, me considero incapaz de dar respuesta a ese dilema.
+ Otro episodio negro de nuestra Historia Regional, fue la persecución a los moriscos del Valle de Ricote. La convivencia entre cristianos, moros y judíos en la Murcia medieval, ¿fue cierta o solo un mito?…
La imagen idílica de las tres culturas está más cerca de la leyenda que de la realidad. La convivencia, si bien atravesó momentos de cierta tolerancia, siempre fue muy difícil, viviendo en conflicto, y con un día a día en que se tomaban el chocolate de espaldas, que diríamos hoy.
+ En su libro se cuenta el escalofriante linchamiento público de El Chipé en Cartagena. Social e históricamente, ¿se entiende que la violencia es menos violencia cuando se ejecuta en grupo?
No, no es menos violencia. Pero no tiene rostro, y eso es terrible, porque a la larga nadie ha hecho nada. No hay forma de identificar a nadie, ni de poner nombres propios a los ejecutores. Ha sido la masa, que es lo mismo que decir que no ha sido nadie.
+ En nuestra Murcia llena de huerta, regadíos y agua; no hay pueblo en el que no se hayan enfrentado, a veces hasta la muerte, familias enteras por herencias, tierras, turnos de riego… etc. Detrás de todo esto: ¿está el dinero? ¿o es algo más profundo, más antropológico, que hunde sus raíces en el arraigo que siente el hombre por la tierra?
Sea dinero o sea tierra, lo que hay es un apego a la propiedad, y cuando la vida está en juego (hambre, sequías, malas cosechas…), todos somos capaces de cosas que no imaginaríamos.
+ Según Murcia, crimen… en el siglo XVIII había una ley que perseguía a los vagos. ¿Cómo era esto? ¿Al que no quería trabajar lo metían en la cárcel?…
No exactamente. En el siglo XVIII el estado intenta imponer una valoración social del trabajo, y el que no trabaja no es útil a la nación, y además se perjudica a sí mismo. ¡Qué mayor beneficio puede hacer el estado si pone a trabajar a los vagos, ociosos y malentretenidos! De forma que cuando hacía falta, los agentes de policía (hoy diríamos así) salían a la calle, y a los que no conseguían dar razón de un lugar de residencia (vagos), de un trabajo más o menos fijo (ociosos), o estaban incumpliendo con sus obligaciones (malentretenidos), se les llevaba a un depósito de vagos, desde donde eran conducidos a obras públicas.
+ Usted escribe: “con la ley nace el delito y el pecado”. La ley, ¿es un mal necesario para controlar al hombre, o la verdad absoluta del Estado?
Si no hay ley, no hay nada que imputar a nadie. La ley refleja la conciencia interior que todo hombre tiene acerca de que hay un bien y un mal, y que lo bueno, aunque no podamos cumplirlo, es hacer el bien.