No hace tanto tiempo en la calle Trapería, los domingos por la mañana se montaba un mercadillo peculiar.
Coleccionistas rondaban por allí y pasaban un buen rato buscando, comprando y cambiando monedas y sellos.
De los doce o quince puestecillos que podían montarse en los buenos tiempos hoy solo queda uno.
Es el último numismático.