Los restos arqueológicos aparecidos en la plaza de San Cayetano de Monteagudo, se componen de una traza urbana definida por un sistema de calzadas romanas pavimentadas y un gran edificio de carácter público y comercial.
Esta calzada romana era una vía de comunicación secundaria que discurría por la vega media del Segura: desde el Valle del Guadalentín y el Campo de Cartagena hacia Fortuna, el Bajo Segura y el Valle del Vinalopó. Quedando a medio camino entre Carthago Nova e Illici (Elche).
La fundación del núcleo urbano romano de Monteagudo, sería de principios del siglo I y se enmarca en un proceso iniciado por el emperador Augusto para controlar a los grupos de indígenas que poblaban estos lares.
Lo cierto es que por causas que se desconocen, la “cittá” de Monteagudo no prosperó y se abandonó unos 50 años después de iniciarse el proyecto.
En esta pequeña ciudad, destacaba un edificio central que mantenía funciones administrativas y religiosas. Alrededor de este «templo» había espacios descubiertos dedicados al comercio: mercado, talleres y una taberna.
Según las crónicas escritas en el siglo XVIII por el canónigo Lozano, aparecieron abundantes elementos arquitectónicos romanos, en las obras de cimentación de la iglesia de la Virgen de la Antigua. Templo que ocupaba la actual plaza de San Cayetano y donde se ubica actualmente la ermita del santo y el Centro de Visitantes de Monteagudo.
No todo se perdió. De entre todos los restos destacan dos columnas dóricas de mármol rojo, que fueron reutilizadas en la construcción de la portada de la iglesia de San Andrés de Murcia. Allí están para que los murcianos las contemplemos y las valoremos.
Fotos: ermita de San Cayetano en Monteagudo y Ara romana Anepigráfica (siglos I-II d.C.) que se encuentra en el Museo Arqueológico de Murcia.