Al Papa Julio II le llamaban “el Papa Guerrero” por la cantidad de episodios bélicos que libró durante su vida.
Fue enemigo acérrimo de los Borgia y al mismo tiempo uno de los grandes mecenas de la historia. Bajo su pontificado se iniciaron las obras de la Basílica de San Pedro del Vaticano y tuvo bajo su protección a Rafael y Miguel Ángel, con el que tuvo sus más y sus menos cuando éste pintó la Capilla Sixtina.
Pues hubo un murciano, que trabajó en Roma bajo las órdenes del “Papa Guerrero”. Se trata de Gil Rodríguez de Junterón, que llegó a desempeñar el cargo de Protonotario Apostólico de Julio II, en el siglo XVI. En la Catedral de Murcia tenemos la Capilla de Junterones, costeada por la familia como panteón.
Junterón lo tenía claro, a su muerte quería ser enterrado como los grandes hombres de su época: en un sarcófago romano. Así que mandó traer a Murcia un precioso sarcófago del siglo III d.C.
Los relieves tallados en la piedra, representan a las 9 musas de la mitología romana, diosas inspiradoras de las distintas artes y ciencias; que portan algunos de sus atributos, como pergaminos o máscaras. En la actualidad, este sarcófago puede verse en el Museo de la Catedral de Murcia.