Vamos a finalizar lo que ya venimos contando desde hace algún tiempo, el robo de la Vera Cruz de Caravaca. Historias aparte, lo cierto y verdad es que la reliquia no apareció. Y desde Caravaca y la Diócesis (con su titular a la cabeza, Miguel de los Santos Díaz y Gomara), empezaron las súplicas ante el Vaticano para que les enviase al Santuario un trocito de Lignum Crucis, que supliera e hiciera olvidar la tragedia del robo.
Se adquirió un nuevo relicario, a costa de particulares e instituciones, que fabricó en 1940 la casa Beldarían de San Sebastián. Y ese mismo año la Santa Sede (y en particular Pío XII), accedió a enviar una astilla de la Cruz Santa, lo que provocó la alegría colectiva y pareció poner fin a una trama digna de Hollywood.
Posiblemente cada caravaqueño, tendrá una teoría de lo que realmente pasó en aquellos días inciertos; en los que desapareció uno de los símbolos de la cristiandad. La España de Franco no dudó en dar carpetazo al asunto, para ellos los responsables eran los “rojos masones”. Los cuales tenían la culpa de todos los problemas que acontecían en el país.
Pero es posible, que fuera la propia Iglesia Católica la que tomara la decisión de “robar” la Santa Cruz, para ponerla a salvo de los desastres de la Guerra Civil. Según se cuenta, la reliquia después de pasar por la Nunciatura Apostólica en Madrid, viajó hasta Roma. Parece que la reliquia llegó al Vaticano y allí sigue a buen recaudo. No se puede decir lo mismo del relicario, que tal vez se perdiera en la noche de los tiempos.
Pasan los años y con la “nueva” Vera Cruz se apaciguan los ánimos. Hasta que en 1980, bajo el pontificado de Juan Pablo II, llega hasta Roma la petición para conmemorar el 750 aniversario de la presencia de la Cruz en Caravaca. Puede que se remueva la cuestión del robo pero tras la celebración del aniversario, no pasa nada. No hay ninguna reclamación.
En 1996, se le concede a Caravaca su 2º año jubilar y se institucionaliza el Año Santo. El cardenal Decano del Sacro Colegio Cardenalicio, Joseph Ratzinger, visita Caravaca en 2002. Ya como Benedicto XVI, concede el rango de Basílica Menor al Santuario de la Vera Cruz.
Tras estos acontecimientos, nadie pregunta por el paradero de la reliquia. Parece que la herida está cerrada. A la “nueva” se la quiere y se la adora, como si fuera la que trajeron los ángeles en 1231.
Es curioso que la Vera Cruz de Caravaca apareciera misteriosamente en la edad Media y, de la misma manera, desapareciera en 1934.
Fuente: Murcia, crimen y castigo. Taller de Historia del Archivo General
Hoy decir un día que visitando nuestra Reyna caravaca, vio la cruz y comento que era igual que la de su país, casualidad no?