En alguna ocasión hemos contado que a las tierras de Abanilla se las conoce también como «la Palestina murciana».
Y es que estos dos lugares casi desérticos, aunque separados por miles de kilómetros y todo un Mediterráneo, se parecen bastante. Sobretodo en los terruños regados por el río Chícamo, donde crecen palmeras que (según los expertos) producen unos dátiles exquisitos.
El clima seco y la escasez de agua, han condicionado los cultivos en estas tierras de Abanilla. Almendro, olivo, cereal, algunos frutales y poca verdura, ubicada en puntos muy concretos, han sido tradicionalmente los productos que «tira la mata» en estos lares.
En Abanilla, como en otros tantos puntos de la Región de Murcia, cuando el sustento se ponía difícil había que emigrar. Hubo momentos en que más de la mitad del pueblo tenía que trasladarse a trabajar otros campos en Europa para poder vivir.
Tradicionalmente los vecinos de Abanilla se desplazaban a trabajar los campos de Villaurbenne en Francia. Villaurbane se encuentra ubicada en el noroeste de la ciudad de Lyon, formando la mayor conurbación de Francia tras la de París.
No debieron de tratar mal los franceses a nuestros vecinos de Abanilla, ya que a su regreso y con los ahorros conseguidos, los paisanos construyeron sus casas y levantaron un nuevo barrio en el pueblo. Como homenaje llamaron al nuevo barrio: De Gaulle que más tarde pasó a llamarse barrio de Lyon.
Fuente: Región de Murcia. Vegas, mares, montañas… Mucho más de lo que imaginas. Ismael Galiana Romero. Destino Everest.