La reina Isabel II visitó Murcia en dos ocasiones. Una de ellas fue en octubre de 1862 y vino acompañada de la familia real: su esposo Francisco de Asís María de Borbón y el infante Alfonso, futuro rey Alfonso XII.
Entre otras cosas inauguró la estación de Tren del Carmen, el jardín de Floridablanca y el Teatro de los Infantes, que más adelante se convertiría en el Teatro Romea. También le regaló un manto a la patrona la Virgen de la Fuensanta, el manto más antiguo que se conserva.
Visitó el Casino de la calle Trapería, el Santuario de la Fuensanta y las obras de Salzillo en la Iglesia de Jesús, entre otros lugares.
El Palacio Episcopal sirvió como residencia a la monarca. Desde sus balcones pudo ver, junto al obispo de la época Francisco Landería Sevilla, una representación de lo que viene a ser nuestro Entierro de la Sardina.
La ciudad de Murcia no escatimó en gastos y los dos siguientes años no se pudo celebrar el Entierro porque nos gastamos toda la pasta en la representación para la reina.
Bueno tampoco Isabel II se portó mal. Hizo un donativo de 372.000 reales de vellón para repartir a diferentes instituciones murcianas.
Lo mejor de todo es que el Ayuntamiento le regaló dos trajes de huertano, uno para el príncipe Alfonso y otro para la infanta.
Como hemos dicho antes, la Reina se estableció en el Palacio Episcopal. Habréis pasado por debajo del balcón donde se acomodó la Reina infinidad de veces sin saberlo. Pues aquí lo tenéis, en la céntrica calle Arenal.