Mazarrón ha sido tierra minera desde el principio de los tiempos. Así lo atestigua el descubrimiento de los barcos fenicios de Mazarrón, cuya carga eran planchas de plomo dispuestas para el comercio.
Cartagineses y Romanos explotaron las minas de Mazarrón y así nació la industria metalúrgica. Reflejada en el hallazgo de hornos y escoriales de fundición, entre los que destaca el de la Loma de las Herrerías. Visigodos y Bizantinos siguieron con las explotaciones, aunque no de manera tan brillante como sus antepasados. En época musulmana debieron explotarse algunas minas en el Cabezo de San Cristóbal, pero la belicosidad de este período dificultaría la empresa.
A mitad del siglo XV se descubre el “alumbre”, un sulfato de alúmina y potasio que se utilizaba para fijar los colores en la industria textil, la elaboración del vidrio y medicinas, entre otras aplicaciones. El alumbre, abundante en toda la zona mazarronera, dio el primer nombre a un grupo de casas pertenecientes al municipio de Lorca y al que se llamaría “Casas de los Alumbres de Almazarrón”.
En el año 1462 Enrique IV concederá la explotación al Marqués de Villena, quien a su vez cedió la mitad de sus derechos al Adelantado Mayor del Reino de Murcia, el Marqués de los Vélez. Hacia finales del XVI, comienza la decadencia en la explotación del alumbre motivada por la competencia de los alumbres italianos, la excesiva fiscalidad y los conflictos con Flandes e Inglaterra, que dieron lugar a que se prohibiese la exportación a estos países que eran el principal mercado del alumbre.
Mazarrón recuperará de nuevo su esplendor minero hacia finales del siglo XIX, cuando comenzará la explotación de criaderos de hierro y de galena argentífera. Gran importancia tuvo el descubrimiento del filón Prodigio en la mina Santa Ana, que constituyó la principal riqueza de la zona.
A finales del XIX, se instalará la moderna fundición Santa Elisa en la playa de la Isla, propiedad de la Compañía de Águilas, que contará con los principales adelantos en este tipo de industrias. A mitad del siglo XX, la explotación minera desapareció prácticamente por completo.