Don Juan Lozano y Lozano nació en Jumilla en el año 1610. Curioso resulta en sus primeros años de juventud, fuese un pésimo estudiante, y su padre no viera en él más futuro que dedicarlo a labores agrícolas.
Pero la vida en el campo es muy dura y Juan espabiló. Se marchó a Córdoba donde fue acogido por la Orden de San Agustín, donde estudió y profesó. Resultó ser un elocuente orador y el Marqués de Villafranca lo nombró su confesor. De este modo comenzó la ascensión eclesiástica y política del joven agustino de Jumilla. Que llegó a presidir como Arzobispo de Palermo, Obispo de Tropea, Obispo de Plasencia y Virrey de Nápoles (siendo Virrey, luchó contra los franceses).
El Marqués de Villafranca fue nombrado embajador español en Roma y allá se fue con su confesor. La fama de Juan Lozano creció en la ciudad eterna y un día el Papa, le invitó a presidir una ceremonia en la Basílica de San Pedro. A petición del Santo Padre, Juan Lozano celebró hablando en italiano.
Tan sorprendido quedó el Papa que lo nombró Obispo de Tropea (Vivo Valentia – Calabria). Pasaron los años y Juan Lozano regresó a España, desembarcando en el puerto de Cartagena, era el año 1667. No se olvidó de su tierra natal Jumilla, la cual visitó y obsequió con una magnífica Custodia y fundando una escuela de gramática. Ni que decir tiene que sus paisanos le propinaron una calurosa bienvenida.
Murió en 1679, siendo Obispo de la Diócesis de Plasencia. Se halla enterrado en el Monasterio de Yuste (Plasencia).
Fuente: Murcia, palmo a palmo. Crónica de las ciudades y pueblos de la Región.
En el Monasterio de Yuste, s. XV, Plasencia, España. «Diálogos de Yuste», @upsa_salamanca – Campus #Yuste 2015. pic.twitter.com/l89xFYGWZH
— Elena Postigo (@PostigoElena) 29 de junio de 2015