Ya quedan pocos días para que las procesiones de Semana Santa, inunden nuestras calles. Muchos serán los que madruguen el Viernes Santo, para contemplar (una vez más) la obra del maestro Salzillo, paseándose por las barrocas calles de Murcia.
Lo que mucha gente no sabe, es que estas famosísimas tallas, están entre nosotros de milagro. Para contar esta historia, hay que remontarse a la siempre desgraciada Guerra Civil.
En los albores de la contienda fratricida, fue cuando se produjeron los mayores atentados contra el patrimonio eclesiástico. En Murcia, el Palacio Episcopal fue asaltado y convertido en “Casa del Pueblo”, los Seminarios de San Fulgencio y San José, mudaron en “checas” y todas las iglesias fueron expoliadas. Los archivos parroquiales de San Andrés, Santa Eulalia y San Nicolás ardieron, perdiéndose así una información histórica irrecuperable.
Mención especial merece la iglesia de San Antolín (siglo XVIII) y los conventos de Madre de Dios y Capuchinas que fueron demolidos hasta los cimientos. En este último se encontraban los restos del escultor Francisco Salzillo que fueron profanados.
Muchas obras de arte, se perdieron para siempre. Y no solo durante los saqueos: el belén de las Agustinas (siglo XVIII) fue embalado y llevado a Barcelona. Hasta el día de hoy continúa en paradero desconocido.
La Catedral, la parroquia de San Miguel y la iglesia de Jesús se salvaron gracias a la intervención de varios artistas murcianos como los escultores González Moreno y Garrigós Giner y los pintores Luis Garay y Pedro Sánchez Picazo.
Las obras principales del maestro Salzillo, entre ellas sus “pasos”, fueron embaladas y depositadas en la Catedral. Se encontraban preparadas para viajar al extranjero. Gracias a los protocolos de seguridad y a la falta de recursos, no se “marcharon”. Si se hubieran “ido”, con toda seguridad los murcianos solo tendríamos el recuerdo de “los Salzillos” en foto.
Fuente: Murcia palmo a palmo. Obispos de la Diocesis de Cartagena-Murcia en el siglo XX. Francisco Candel Crespo.
No tiene ningún sentido la elocubración de que si los pasos de Salzillo se hubieran ido al extranjero nunca más volverían. También se llevaron los cuadros del Prado a Suiza para salvarlos de los bombardeos de la aviación alemana, y retornaron sin problemas cuando acabó la contienda. En Murcia es necesario ya homenajear a la Comisión de Salvamento Artístico que montó el alcalde socialista Piñuela (en cuyo coche bajó Monerri a la la Virgen de la Fuensanta antes de la quema del Santuario). Se perdió incalculable patrimonio, pero gracias a esta Comisión oficial no se perdió más y podemos contemplar y disfrutar hoy gran parte de lo que tenemos.