Siempre se me ha hecho difícil imaginar, las horribles motivaciones que llevaron a muchos a destruir tantísimo patrimonio religioso durante la década de los años treinta en España.
Las atrocidades contra el patrimonio cometidas hoy día por el llamado Estado Islámico, que vemos por televisión y que tanto nos escandalizan, ya ocurrieron hace 85 años hasta en los pueblos más pequeños de nuestra Región de Murcia.
Tal vez si me metiera en la piel y en la mente de aquellas personas y viviera los acontecimientos de aquella negra época, tal vez pudiera yo entender los principios que les llevaron a quemar esculturas de Salzillo o arrasar hasta los cimientos la iglesia de San Antolín de Murcia. Tal vez, pero no lo creo.
La pequeña aldea de Barinas (Abanilla) apenas contaba con unos 1200 vecinos en la década de los treinta. En los años previos a la Guerra Civil, muchas de las imágenes que guardaba su pequeña ermita desaparecieron para siempre. Ardieron las imágenes de Nuestra Señora de los Remedios y la patrona del lugar, Nuestra Señora del Rosario que alguno dice que puede ser obra de Salzillo. Desaparecieron todas menos una…
Este Cristo fue el único que se salvó de las llamas
El Cristo Yacente de Barinas es una escayola de 130 centímetros muy venerada en el pueblo. Durante los primeros días de la II República, una vecina de Barinas llamada Concepción tuvo noticias de que iban a quemar las imágenes de la ermita. Le pidió a su hijo Antonio que fuera a la pequeña iglesia a recoger la imagen del Cristo Yacente para salvaguardarla.
Una noche cerrada el muchacho entró en la iglesia y cubriendo la imagen con una sábana la sacó del templo. Escondido en los portales, esquinas y bancales, puso rumbo hacia su casa. En la oscuridad de la noche, un vecino del pueblo lo descubrió. Antonio era muy consciente del peligro que corría su vida si lo que estaba aconteciendo llegaba a los oídos inadecuados, así que decidió confiar el secreto. Este paisano dio su palabra de no decir nada de lo visto y así lo cumplió hasta que finalizó la Guerra Civil.
Con mucho miedo llegó a su casa. En el patio del hogar habían excavado un agujero, recubierto de esparto para evitar que la imagen se pudriera por la humedad. Lo taparon con tierra y lo cubrieron con basura para disimular.
Varios vecinos de Barinas guardaron el secreto
Al día siguiente la noticia de la desaparición del Cristo corrió como la pólvora y los registros en las casas no tardaron en producirse. La casa de Concepción también fue inspeccionada, eran bastante sospechosos ya que esta familia también había acogido al sacerdote de Barinas que por su condición era frecuentemente buscado.
Por suerte no hallaron la escultura que fue devuelta a la iglesia y a todos los barineros una vez terminada la Guerra Civil.
Fuente: Un lugar llamado Barinas. Juan Navarro Lifante y María Ascensión Tenza Carrión.
Yo tampoco imagino el motivo de porqué no comentas la cantidad de patrimonio histórico de Murcia y de la región en general que se destruyó tras la guerra cuando se dio carta blanca a constructoras y grandes propietarios para arrasar con todo y construir, construir y construir. ¿Eso no te duele? ¿Eso no puedes imaginarlo? Quizá deberías informarte sobre esto. Patrimonio histórico murciano de verdad destruido, no pequeñas hermitas. Vaya tela…
Hola. Bueno, yo creo que en descubriendomurcia somos especialistas en denunciar y contar historias sobre patrimonio perdido en nuestra región. Como muestra te dejo este post que se titula: «Así fue como se destruyó la historia de Murcia» = http://goo.gl/UDxZwc es el más leído del blog con 27400 visitas. Por algo será ¿no crees?…