Tras la conquista castellana de la Murcia islámica, la convivencia entre cristianos y musulmanes se hallaba abocada al fracaso, allá por el siglo XIII.
La inmigración cristiana procedente del norte de la península, empezó a ocupar la ciudad empujando a la población islámica a los arrabales y al exilio. A la ocupación de la ciudad, le siguió una política de concesiones de tierras a nobles y repobladores cristianos que supuso un profundo cambio en las estructuras del poblamiento de la Región de Murcia. Esto terminó de fomentar el éxodo mudéjar hacia el vecino reino de Granada y al norte de África.
No es de extrañar que el nuevo orden, fomentara una serie de revueltas en la población musulmana que fueron sofocadas, a veces no sin problemas. El fin de dichas rebeliones se había facilitado mediante capitulaciones que garantizaban la capitulación de las comunidades islámicas. Pero la realidad fue bien distinta.
Hay un suceso, oscurecido por los cronistas cristianos, que reseña el oscuro futuro que les esperaba a las comunidades islámicas que habían osado revelarse al poder castellano.
Tras ser recluidos los musulmanes murcianos en el Arrabal de la Arrixaca, muchos de ellos optaron por exiliarse a Granada bajo el amparo del rey de Castilla, que les aseguró protección hasta la frontera. Pero al llegar a las proximidades de Huércal, en la actual Almería, sufrieron la emboscada de tropas cristianas que asesinaron a los hombres y cautivaron a mujeres y niños. Entre los que murieron se encontraba Abu-l-Hasan Ali ben Yusuf, un famoso predicador murciano.
Fuente: Historia de la Región de Murcia. Miguel Rodríguez Llopis.
Foto: Alcázar en el antiguo Arrabal de la Arrixaca, hoy actual Museo de Santa Clara de Murcia