Ya contamos hace algún tiempo en qué consistía eso de jugar a los bolos murcianos, o huertanos según se prefiera. Y no se piensen que no era un juego que desataba pasiones, y si no miren la siguiente crónica.
El 21 de marzo del año 1523 el Concejo de Murcia, tuvo que considerar seriamente las incidencias que provocaban las partidas de bolos que no eran pocas. Ese día se firmó un acuerdo para poner fin a los altercados que provocaban. Y no hubo más remedio que prohibir el juego de bolos murcianos o huertanos.
Bajo multa de 300 maravedíes, quedaba prohibido echar unas partidas a los bolos. Por cierto, esa multa se dividía en tres partes: una destinada a obras públicas, otra para el juez instructor del caso y otra, y aquí viene el problema, para el denunciante…
Así que se daban casos en los que un “avispao” organizaba una partida clandestina y al mismo tiempo, daba el soplo a las autoridades para cobrar su parte. Y los follones que se montaban eran impresionantes.
Los esclavos, que los había en la Murcia de aquella época, también les gustaba jugar a eso de los bolos. Pero la multa no la pagaban en metálico… eran condenados a recibir cien azotes atados a un naranjo de la Corte.
Bueno, pues lo cierto es que estas medidas no provocaron el cese del juego de los bolos. Y los bolos siguieron dando los mismos problemas que se mantuvieron a lo largo de los siglos. Y las autoridades tuvieron que intervenir en muchas ocasiones, hasta que llegó el punto en que estaba totalmente prohibido jugar a los bolos en días laborables. Y es que muchos jornaleros dejaban de lado el trabajo para jugarse los duros en una partida de bolos.
Fuente: Por las sendas de la huerta. María Adela Días Párraga.
Foto: Pista de Bolos Murcianos en El Palmar.