Durante las obras de emergencia acometidas tras los terremotos, en la Torre del Espolón y las murallas del Castillo de Lorca, hubo un descubrimiento inesperado.
Se trata de un total de 303 fragmentos de papel pertenecientes a documentos históricos de carácter administrativo y judicial, que narran acontecimientos de la vida lorquina desde el siglo XVII a principios del XX.
Los legajos estaban dentro del relleno interior de un lienzo de la muralla, mezclados con piedras, tierra, ladrillos y materiales de deshecho. Al principio se pensó que los papeles fueron depositados allí durante el siglo XIX, coincidiendo con las reparaciones en el Castillo realizadas en la época de la invasión napoleónica. Pero al encontrar fragmentos de una publicación del año 1903 se abandonó esa hipótesis.
Casi todas las listas de cobros, estadillos, pagarés y recibos hallados, están fechados en Lorca o hacen referencia a esa ciudad; aunque también hay referencias a algunos personajes de la ciudad de Baza (Granada). Lo más probable es que pertenecieran a algún archivo o colección de documentos privados de una familia de la clase alta lorquina, conservada en alguna vivienda o edificio de la ciudad, cuyos materiales de derribo pudieron ser reutilizados para rellenar el tramo de la muralla.
Los fragmentos permiten identificar algunos personajes destacados de la sociedad lorquina del siglo XVIII, como el cronista fray Pedro Morote, los corregidores José de Castro y Valcárcel y Torcuato Antonio Collado, los regidores Pedro José de Egea y Mula y Juan Antonio García Serón, el escribano José Antonio Moreno Benavente, así como a otros con apellidos de ilustres familias de la oligarquía local, como Meca, Alarcón o Saravia.