Los temidos Almohades eran una especie de religiosos radicales y guerreros procedentes del Átlas africano. Dominaron con dureza la España musulmana de finales del siglo XII y primera mitad del XIII, pero nunca contaron con el apoyo del pueblo.
Se decidieron a invadir la Península Ibérica porque estaban enfrentados a muerte con los Almorávides por cuestiones religiosas. Estos Almohades eran tropas de élite que conquistaron rápidamente Al-Ándalus, estableciendo su capital en Sevilla. La obra más famosa del arte almohade que queda en pie, es la Giralda.
Lo sometieron todo menos la taifa de Murcia, fueron frenados por Ibn Mardanis rey Lobo durante 25 años. Durante este periodo, el caudillo murciano llegó a atacar Córdoba, Sevilla y conquistó Granada durante un tiempo. El rey Lobo puso en serios aprietos a los guerreros-religiosos. Finalmente, tras décadas de encarnizadas batallas, Mardanis fue derrotado en una decisiva batalla que se libró en Alhama (1165). El castillo de Monteagudo, Murcia y su huerta cayeron en manos almohades.
El rey Lobo detuvo a los Almohades durante 25 años
Las ruinas que encontramos en el puerto de la Cadena, tanto el castillo de la Asomada como los del Portazgo, son estructuras fortificadas que el rey Lobo intentó levantar con dos motivos principales: administrar las explotaciones agrícolas de la zona y defender la ciudad de Murcia de la invasión Almohade. Pero la guerra llegó demasiado pronto y el rey murciano se quedó sin dinero y sin tiempo para terminar las obras.
También es cierto que bajo la dominación almohade, Murcia y todo Al-Ándalus vivió una época de importantes avances científicos, económicos y artísticos. Ibn Arabí y al-Qartayanni «el Cartagena», desarrollaron su obra bajo dominio almohade y éstos, que no eran tontos, se dedicaron a continuar la buena labor que el rey Lobo les dejó como legado.
El fin almohade en la Península Ibérica se inicia con la famosa batalla de Las Navas de Tolosa (1212) cuando los reinos cristianos se unen y los aplastan.
El poder Almohade en el Reino de Murcia termina en 1228 cuando Ibn Hud se revela en el Valle de Ricote. Triunfó el de Ricote y se hizo con las ciudades de Murcia, Orihuela, Albacete y Alicante. Llegó incluso a acuñar moneda propia.