Ibn Arabi (Abenarabi para los cristianos) nació en Murcia y sería conocido como Sheij el Akbar: el Gran Maestro.
Arabí fue un místico del Islam, podríamos decir que era un “santo” para los musulmanes. Escritor de cientos de obras, su pensamiento es una síntesis entre corrientes filosóficas árabes de la Falsafa (la interpretación islámica del aristotelismo y el neoplatonismo) y el sufismo (misticismo árabe) con base en el Corán.
Su vida fue un interminable viaje en busca de la paz interior, pero esta tarea también le llevó a recorrer medio mundo. A los 8 años salió de Murcia y se estableció con su familia en Sevilla, donde recibió una excepcional formación literaria, jurídica y filosófica. Consiguió puestos en la administración como secretario del gobierno de Sevilla. De la capital hispalense partió hacia Almería, donde estudio en la escuela Masarrí. Fue por este tiempo cuando conoció a otro gran filósofo cordobés Ibn Rhus (Averroes), con el que mantuvo una excelente amistad.
Ya de adulto, una grave enfermedad le tuvo a las puertas de la muerte. Este acontecimiento marca el inicio de su vocación mística. Las oraciones de su esposa y de su familia le hicieron sanar milagrosamente. A partir de aquí comenzaría una extraordinaria vida espiritual no exenta de éxtasis, visiones y teofanías (manifestaciones de Dios a través de seres, objetos o símbolos).
Sus viajes responden a una llamada interior que le hace ir de Occidente a Oriente, en busca de sus raíces culturales y religiosas. Recorrió la península, de Almería al Algarbe (Portugal), pasará una larga temporada en Bugia (Argelia), Túnez, regresa a Sevilla donde ocurrirá una de sus admirables experiencias.
Un día mientras rezaba en la gran Mezquita de Túnez, compuso un poema pero no llegó a escribirlo ni a recitárselo a nadie. Cuando regresó a Sevilla escuchó a una joven a la que no conocía de nada recitar el poema literalmente. Al preguntarle quien era el autor, la joven respondió que Ibn Arabí al que no conocía. Le contó que sabía el poema por que, el mismo día y a la misma hora que lo componía su autor en Túnez, un desconocido se había puesto a recitarlo ante un grupo de jóvenes. La poesía gustó tanto que hicieron que el joven la recitara hasta que se la aprendieron, ese mismo le informó quien era el autor y que la componía en ese mismo instante en Túnez. El misterioso recitador desapareció de repente sin dejar huella.
De allí viajó a Fez y de nuevo en Sevilla. En Marraquech acude el entierro de Averroes. Regresará por última vez a Murcia hacia el 1198. Granada, Almería, Asia Menor, Mesopotamia, Armenia, La Meca, Bagdad, El Cairo, de nuevo La Meca y finalmente Damasco. Donde muere el 16 de noviembre de 1240. Sobre su tumba el sultán turco Selim II mandó construir una madraza y una mezquita.
fuente: El Siglo de Oro del Islam en Murcia. Antonio Parra.
foto: graffiti de Ibn Arabi en la calle Pintor Pedro Flores de Murcia.